Cuando el sistema educativo falla. Cuando la educación en las familias está agrietada por todas partes, tenemos como resultado unos hijos maleducados, insolentes, arrogantes y deslenguados.
No ocurre siempre de la manera que acabo de relatar. Sucede cuando los padres intentan poner límites o restringir ciertas actuaciones que se dan con demasiada frecuencia. Aquellos otros que no quieren o no saben educar a sus hijos, lo tienen muy fácil, diciéndoles que sí a todo, y caen en el error de creerse amigos de sus hijos. No, tú no puedes ni debes de ser colega de tu hijo. Tú eres su padre/madre que debe de guardar un principio de autoridad que le otorga el sentido común y la lógica. Si alguien no entiende esto, está en el camino de convertir a su hijo en un déspota y en un opresor con consecuencias funestas de cara al futuro.
Quiero aclarar que se da la circunstancia de que más del 95% de los casos que he tenido con chavales con problemas de exclusión o adicciones, han sido las madres las que han dado la cara. Las que tenían las sesiones conmigo. Las que por nada del mundo les dejarían desamparados, indefensos o desatendidos. He visto a otras que aunque sus hijos no tuvieran esa problemática sufrían de igual manera por intentar orientar, aconsejar o encauzar y sufren diariamente.
Escucho con demasiada frecuencia hablando del “botellón”, lo que ya es un clásico “mi hij@ va porque van todos”. ¡¡¡¡¡¡No es cierto!!!!!! Tu hij@ va porque es muy fácil decir que sí y no explicarle claramente con argumentos convincentes que eso no es bueno ni para su salud, ni para su futuro y negarte rotundamente a que la presencia en ese tipo de festejos absurdos sean prescindibles para él. En El Salvador, chicos portan navajas y pistolas y no por eso le vas a dar un arma a tu vástago para que salga a matar a la calle porque lo hacen todos.
Este post se lo quiero dedicar a las madres que velan por la salud de sus hij@s, por su seguridad, por su porvenir, por su educación, inculcando valores y poniendo normas. En definitiva, cuidan y custodian su vida. No cejéis en vuestro empeño. Manteneros firmes en la lucha. No desfallezcáis.
Es injusto que casi siempre venzan los tolerantes y los transigentes por el simple hecho de permitir y asentir a todo.
A los hijos decirles en referencia a sus progenitores que, “no os quiere más el que más cede, sino el que es más justo, equitativo, recto y ecuánime es contigo, aunque ahora no seas consciente de ello”.