Los meses de verano incluyendo el mes de septiembre se celebran en todo el País innumerables fiestas, tanto en pueblos como en ciudades, dando rienda suelta a la diversión, al esparcimiento y a la jarana.
Las fiestas y festivales se han convertido en un escenario perfecto para el desmadre, el exceso y el abuso de sustancias estupefacientes y alcohol. Todo está permitido. Todo se disfraza bajo ese halo de impunidad del cual se rodean este tipo de festejos.
Algunos padres de estos chicos quieren premiarles porque han finalizado o superado el curso escolar. Smartphones, videoconsolas, viajes al extranjero para aprender inglés (lo que están haciendo es pagarles unas vacaciones a sus hijos, porque de aprender inglés, nada) y también como obsequio relajan los horarios de regreso a casa o se les permite dormir en el domicilio de un amigo, sin comprobar su veracidad.
Toda esta parafernalia indica y propicia que muchos chavales comiencen el consumo de alcohol y drogas en el periodo veraniego. Los riesgos son altísimos, tanto que se ha convertido en un problema de salud pública, véase los comas etílicos, o las agresiones de tipo sexual. Los Sanfermines son un claro ejemplo de la comisión de este tipo de delitos. En el año 2016 se han presentado en las fiestas referenciada anteriormente 20 denuncias por agresión y abusos. En el 2017, 22. Hay que tener en cuenta que una década antes no existía ni una sola denuncia.
No hablemos de peleas o trifulcas. Yo, debido a mi profesión, he visto cómo chavales escondían armas blancas debajo de bancos o al lado de árboles de un parque para ser utilizadas en la fiesta por la noche si se sentían amenazados, de esa manera sabían donde recurrir a este tipo de objetos y eludían el riesgo de un cacheo policial. Incluso he estado presente cuando un joven escondía ¡una lanza!.
Consejos para los padres:
No se debe de bajar la guardia en esta época.
Que tus hijos aprueben el curso es parte del trabajo que tienen encomendado estos jóvenes. Hay que felicitarles por su trabajo y esfuerzo, pero, nada más.
Control de los horarios.
Si pide para dormir en casa de un amigo, contactar con esos padres para cercioraros de que está diciendo la verdad.
Ni se os ocurra aumentar la paga que le dais habitualmente. Al menos que ese incremento esté debidamente explicado.
Si vais con vuestros hijos a un concierto o fiesta, no olvidéis que tenéis que ser un ejemplo para ellos.
Eso de “la voy a liar parda” que sea una liada positiva encaminada a la diversión y a la alegría sanas, siempre sin alcohol ni drogas.
Ah, y lo más importante para los progenitores: mucho sentido común.