Estamos viviendo unos tiempos convulsos, donde la crispación aflora por todas partes.
El Óscar a la zafiedad, a la chabacanería y a la grosería se lo lleva, la política. Hemos visto escenas impropias de personas civilizadas, educadas y cívicas, nada más lejos de la realidad.
La política debe de ser tratada con sumo esmero y cuidado en nuestros hogares.
Estamos en una situación en la que pasamos la mayoría del tiempo con nuestros hijos y debemos de ser muy cuidadosos a la hora de emitir juicios u opiniones acerca de este asunto tan delicado.
No podemos inculcarles ningún tipo de ideología. Nuestra labor como padres consistirá en ayudarles a tener un pensamiento crítico después de explicarles razonadamente las situaciones que estamos viviendo y que sean ell@s los que en el futuro puedan libremente decidir dónde posicionarse. Debemos de alejarnos de explicaciones más propias de fanáticos y arrabaleros que de personas correctas e ilustradas.
Es fundamental para el futuro de nuestros hijos y de la propia sociedad inculcarles el “pensamiento critico” para que ellos tengan capacidad de decisión. Como decía William Hughes «Si no estamos preparados para pensar por nosotros mismos y hacer el esfuerzo de aprender a hacerlo bien, siempre estaremos en peligro de convertirnos en esclavos de las ideas y valores de los demás debido a nuestra propia ignorancia».
Nuestro cometido como progenitores, no es conseguir que nuestros hij@s sean los mejores estudiantes y más cualificados. Nuestra responsabilidad se fundamenta en conseguir que sean las mejores personas. Sólo así conseguiremos un mundo mejor, más habitable y cargado de valores esenciales para una convivencia mas humana y natural.
Ah, se me olvidaba, y, sobre todo, mucho “sentido común”.