Basta ya de tanto bla, bla, bla
26 noviembre, 2019
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Estamos viviendo en una sociedad en la que ya no priman los valores. Una sociedad decadente que nos arrastra hasta hundirnos en la más absoluta miseria humana. Una sociedad donde si no eres feliz estás abocado al aislamiento y al destierro. Una sociedad en la cual hay que destacar por encima de todo, donde los mediocres se abren paso a codazos abrazando el servilismo como medio para progresar en sus estudios o trabajo.

Las personas que se apuntan a esta corriente de vulgaridad, peloteo y adulación están enviando a sus vástagos un mensaje demoledor. No vas a triunfar por tu talento, tu ingenio, esfuerzo o inteligencia, lo vas a hacer si tocas las teclas adecuadas que te aúpen a un puesto de trabajo y a una vida mucho más fructífera si te pliegas al halago, alabanza y loa de quien tiene en sus manos tu futuro.

Los chaval@s interiorizan este mensaje y lo pondrán en práctica en cuanto tengan la más mínima oportunidad perpetuando de esa manera este ciclo maquiavélico y engañoso.

Estamos también en la sociedad del dialogo con los hij@s. Un diálogo constante y permanente, donde les consultamos absolutamente todo,  de manera subliminal les estamos dando el poder de opinar sobre cualquier asunto, su educación, su alimentación, sus aficiones sus pretensiones, deseos, e incluso ambiciones, y aquí radica lo grave, lo peligroso. Les estamos induciendo a ser unos seres maleducados y soberbios, altivos y presuntuosos. Los niños ni deben, ni pueden manifestarse acerca de todo lo que concierne a la familia y a la sociedad en la que se encuentran inmersos. El diálogo entre padres e hijos debe de ser desigual. Unos tienen que ejercer la autoridad con el objeto de educar, guiar y encauzar, y los otros deben de acatar las decisiones que los tutores tomen de una manera natural aunque en ocasiones esas resoluciones sean consensuadas por ambas partes.

Lo he dicho muchas veces a lo largo de mi dilatada carrera. Ser colega de tu hij@, significa que en el futuro serás su esclavo y cautivo de sus exigencias e imposiciones.

Cuidar todos estos detalles, entre otros, es vital para que el núcleo familiar no termine por quebrarse porque eso significará que el dolor, os lo aseguro, podrá ser infinito, incontrolable y perenne.

Lo vivo todos los días.

 

 

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