Después de la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos existía una gran segregación racial. En algunos lugares, esto llegaba a alcanzar situaciones extremas. Tanto el fútbol americano como el béisbol han sido desde hace muchos años dos de los deportes más populares entre los estadounidenses. A finales de los años cuarenta, la población blanca y la de color jugaban al béisbol, pero separados en equipos de blancos y en equipos de negros. Esto cambió cuando el dueño de un equipo de Brooklyn, los Dodgers, decidió, en contra de todas las advertencias, contratar a un chico de color para jugar en su equipo la liga profesional. ¿Qué hizo que alguien diera semejante paso? Parece ser que dos razones bien diferentes. Por una parte, este hombre perteneciente a la iglesia metodista, sabía que todos los hombres eran iguales ante su Dios.